miércoles, 9 de mayo de 2007

Introducción

Este trabajo de investigación parte, de primeras, con una vocación introductoria. Casi podríamos decir que estas líneas constituyen la introducción a una introducción, ya que la labor indagatoria profunda de los temas que me planteo tratar, será desarrollada en su mayoría durante la redacción de la tesis. Quisiera aprovechar la brevedad del trabajo de investigación para “introducir” los temas que pretendo trabajar, las motivaciones que me conducen a ello y los mecanismos metodológicos que me parecen más convenientes o que con mayor intensidad han alentado mi labor crítica. Así mismo, antes de profundizar, matizar y desenmascarar los entresijos de un estado de cosas aparente, como puede ser el de las relaciones entre literatura y nuevas tecnologías, creo indispensable hacer un repaso de los “acontecimientos” previos vinculados a la apariencia de ese estado de cosas. Y con la palabra “acontecimientos” quiero englobar sucesos y procesos de la mayor cantidad posible de parcelas sociales, sin omisión ni inclusión por cuestiones de vulgaridad o “tendencias” críticas actuales.
Mi universo cultural es el de la literatura y de mi preocupación por la literatura parten todas mis inquietudes. Me interesa conservar esta perspectiva durante toda mi investigación, observando siempre respeto y mención a las fuentes del mundo literario de que me nutro ya que parte de mi motivación es, precisamente, presentar una mirada desde la filología a las nuevas tecnologías. Considero que este tipo de ensayo sufre de excesiva poca relevancia en nuestros planes de estudios, cuando se trata de disciplinas que sin lugar a dudas tienen mucho que aportarse respectivamente. Pero una mirada filológica no debe ser excluyente de ninguno de los aspectos relevantes para la cuestión por situarse éstos en dimensiones sociales ajenas al campo de acción de la filología. Mi posición se encuentra en la línea de filólogos como Edward Said, quien considera que el culto a la especialización profesional (la “división del trabajo”) en el campo de las Humanidades como se lleva a cabo en los proyectos científicos, es pernicioso por regla general. Nunca debe olvidarse que los discursos humanistas profesionales y los críticos literarios no deben desvincularse nunca de las preocupaciones políticas serias de la sociedad . En la literatura de la era digital y su crítica, ahora más que nunca entendida como “recepción”, quiero observar la alegoría de una situación cultural a la que hemos llegado tras miles de años de evolución, en la que cristaliza el metalenguaje específico de la teoría crítica, así como la crisis social que atraviesa el mundo globalizado.
Me gustaría, también por diversión, observar en el Hipertexto la culminación de un proceso tecnológico que comenzó hace millones de años y que ha hecho entrar en crisis a la sociedad por haber agotado su principio impulsor. Esta idea, que suena voluntariamente rocambolesca, la extraigo de una reflexión de Arnold Gehlen a cerca de la racionalización de la acción técnica, en la que pretende la reconstrucción de la historia de la técnica según el siguiente modelo: el hombre proyecta uno a uno los medios técnicos de que se sirve en su acción racional que en origen se encuentran en el organismo humano, descargándose de esta manera de las funciones correspondientes. De este modo primero son sustituidas las funciones del aparato locomotor (manos y piernas): se busca una piedra y así podemos dejar de partir nueces con el puño, se construye una plataforma con ruedas y así podemos cargar más peso; después se sustituye la producción de energía por parte del cuerpo humano: unos bueyes pueden tirar mejor de carros pesados que el hombre, y un combustible fósil que explote controladamente dentro de unas bujías tira mejor que los bueyes; después se sustituyen las funciones de los sentidos (ojos, oídos y piel): una cámara, una grabadora y un termómetro nos liberan de tediosas vigilias y escaldantes comprobaciones y, por último, sustituimos las funciones del centro de control, esto es: el cerebro. Y el encargado de liberar de su carga a este órgano es el ordenador. El ordenador cuenta, recuerda, calcula, archiva, informa… pero además, como sustituto del centro de control humano ha llegado al punto en que se ha convertido él mismo en el gestor del resto de funciones mecanizadas. Me divierte de este razonamiento especialmente porque deja finiquitada toda evolución tecnológica. Tras la era de la informática ya no queda ninguna función del organismo humano que sustituir… ¿o tal vez sí? La informática sustituye los procesos elementales del cerebro humano, pero ¿qué hay de los procesos complejos? ¿Qué hay de esa tecnología primaria y a la vez tan sofisticada en que consiste el lenguaje humano? ¿Puede volverse de nuevo tecnológica, en los circuitos de silicio de un microchip, la tecnología primera y causante de todas las demás: la comunicación humana? La respuesta hasta ahora es que si bien no hemos llegado inventar una tecnología sustituta de la comunicación humana, sí hemos desarrollado herramientas para amplificarla y hacerla mucho más poderosa: Internet. También se está hablando últimamente del diseño de una web semántica, esto es, que entienda las proposiciones que se escriben en ella, que los buscadores puedan adentrarse en ella por su contenido y no por el orden de las letras que contengan sus palabras. En este caso sí que nos estaríamos acercando a la sustitución de la función comunicativa humana, dónde el ordenador se convierte en interlocutor y no en mero aparato pasivo. Pero hasta ahora esto no son más que conjeturas y líneas de investigación que, además, están encontrando muchos más problemas de los esperados.
Pero disponer de una herramienta de potenciación comunicativa como es Internet, me parece ya por sí solo una revolución cuyas dimensiones a penas estamos comenzando a concebir. Todavía no hace veinte años que la web, entendida como la enorme red interconectada de Internet, comenzó sus primeros pasos de gigante, y hoy ya no puede entenderse la sociedad moderna sin referirse a ella. Y la revolución no parece haberse detenido sino que en fechas muy recientes están haciendo su aparición programas que permiten el acceso inmediato a la edición en la red de todo tipo de contenidos multimediáticos, con lo que se produce una auténtica democratización de la Red.
Pero intentemos no caer en una “embriaguez de progreso” y tratemos de observar el estado actual de cosas asumiendo que sus problemas vienen generados siempre por una determinada dinámica social y por su confrontación (cuando hablamos de política exterior) con otras dinámicas sociales. Partiendo de esta premisa, que podríamos calificar de Marxista, reflexiona Jürgen Habermas sobre la “cientifización” de todos los ámbitos del saber. Me parece saludable volver a textos pre-informáticos, de finales de los sesenta, y observar admirados la cantidad de reflexiones que mantienen absoluta su vigencia. En los años previos a la irrupción de la aporía deconstruccionista, Habermas aspira a una filosofía pura entendida como teoría crítica que, desde la conciencia de la mediación interesada del mirar que comporta todo conocimiento, consiga escapar a las trampas del “objetivismo” de una teoría tradicional, que según él, ha derivado en el triunfo de la ciencia y la tecnificación de todas las disciplinas humanísticas . Que todo conocimiento viene regido por un determinado interés, es la preocupación primera de su filosofía, y en mi opinión, esta afirmación que si se pretende verdadera, ya contiene en sí misma su propia crítica, es la piedra angular de toda la crisis ideológica finisecular que supone el postmodernismo.
Como primer acto de aproximación entre estos amantes esquivos que son la literatura y la tecnología, considero conveniente repasar la historia de la relación entre ciencia y cultura en el ser humano, ya que parece que en ella se encuentra la clave de muchos de los aspectos de la crisis finisecular, y también, porque sin una mirada retrospectiva difícilmente podremos entender el presente ni aventurar un futuro. Ciencia y tecnología como “ideología” es el artículo de Habermas que me ha inspirado y me ha servido de columna vertebral en esta reconstrucción, ya que sus conclusiones engarzan perfectamente con el papel que yo auspicio al Hipertexto en nuestra sociedad, o mejor, el papel que entre todos deberíamos llegar a conseguir que desempeñe.

No hay comentarios: